¿Quién es la Marling? Actriz, directora y guionista estadounidense. Estudió economía en la Universidad de Georgetown, pero lo suyo es ser protagonista en el cine independiente. En los últimos años, ella y su obra son de asidua presencia en el Festival de Sundance o los Independent Spirit Awards. En el cine, hoy es la artista más conectada al presente como Historia y a sus misterios, amén de su belleza sin pausa. (Y que nos excuse el genio de Sofía Coppola).
A propósito del arte y la Historia, años atrás escribimos: “si el arte es el latido y la intuición acerca del devenir del mundo, obviamente sus afanes no pueden ser ajenos al ritmo y los tonos con que cambian las conversaciones, la sensibilidad y la mirada en un cambio de época histórica”.
Pues bien, los afanes creativos de Brit Marling dan cuenta a cabalidad de tal aserto. En sus películas nos sacude con un talento y talante singular. La actual conciencia desolada y el sufrimiento. El asombro ante el misterio y la inmensidad del universo, que hoy sabemos y conocemos. La búsqueda de un nuevo re-ligare: volver a ligarnos entre nosotros y con el cosmos. Y, por supuesto, la crisis ecológica y la sin razón ni corazón en el actual modo de vida. Todos ritmos y tonos propios del presente como Historia.
La joven Brit (1983) suele protagonizar las películas que ella misma co-escribe con quién participe como director. Su género es el thriller, aunque lo hace con levedad y profundidad, sin giros enrevesados, ni miedo ni sangre, solo acción dramática y misterio interior o exterior. Aquí hablaremos de tales films, sin mencionar aquellos en que se limita a su rol de actriz. De hecho, hoy y hasta el 2014 se encuentra activa en varios proyectos en ese carácter.
En su primera ficción, Another earth (2011), nos sorprendió con un thriller existencial que exploraba el destino, la culpa y la expiación como posibilidades. Es precisa su performance como una vital universitaria. Intensas emociones desplegadas en locaciones que parecían dibujos coloreados con matices del azul. Una alucinante fotografía y visualidad de una Tierra que espejea a otra Tierra. Cada día, los seres humanos miramos hacia el cielo y vemos ahí una réplica de Gaia. Algo así como acá moro y allá también, como el otro yo que podría ser.
A poco andar nos volvió a maravillar ahora con un thriller esotérico: Sound of My Voice (2012). Si acaso cabe el término esotérico para caracterizar un film profundamente extrovertido y realista sobre las sectas que vagan ensimismadas en una espiritualidad sincera pero fanática. Del film, además de su actuación como una misteriosa líder/madre, destaca el respeto hacia esos seres frágiles en su exploración más allá de la física ordinaria. No hay juicios. Su desenlace dramático se ancla en la ambigüedad: puede ser o no ser el misterio que en 90 minutos el film nos acaba de mostrar.
Y este 2013 definitivamente nos ha convencido como una artista mayor. Su thriller ecológico The East nos ha dejado sin aliento. A la mitad de la película no pocos espectadores se preguntan: de qué va esto, adónde nos lleva.Otra vez explora en el comportamiento de un colectivo humano. Aquí en un grupo ecologista ocupado en realizar acciones directas contra corporaciones que han desarrollado inequívocas prácticas destructivas con efectos en los seres humanos y en los ecosistemas. Y otra vez lo hace con cariño. La misma mirada ética y comprometida con nuestro tiempo, que la artista no oculta ni esquiva.
En una actuación memorable, Brit Marling interpreta a una hábil y cien por ciento dedicada agente de una firma privada de inteligencia, cuyo negocio es vender servicios de seguridad a grandes corporaciones. En tal rol es enviada a infiltrar a un nuevo grupo eco-radical que castiga a empresas sin escrúpulos.
El grupo opera en la clandestinidad con rigurosos estándares, en un quehacer que evoca a los grupos revolucionarios de antaño, sean políticos o espirituales. Lo integran jóvenes profesionales, educados en exclusivos colegios y universidades, que arribaron a una profunda conciencia ecológica, aunque por distintos motivos. Algunos de ellos, inspirados por cuitas y dolores personales. Su carismático y apasionado líder será seducido y seducirá a la agente infiltrada. En el rol de líder ecologista, tal vez para no desentonar con la belleza de la Marling, destaca la performance de uno de los actores revelación de los últimos años: Alexander Skarsgård, de aire rudo y frágil, muy gusto de chicas. Como se lee, el guión y los actores ya marcan el tenor de un film con ánimo de entretener y cautivar. Y lo logra.
Con todo, lo mejor no radica en esos clásicos códigos del género, sino en los sentidos y la compleja profundidad del film. En la sutileza relacional del grupo eco-radical, desde sus argumentos hasta sus prácticas. En la interesante y vital evolución de la conciencia en la agente infiltrada. En el despliegue de las contradicciones y malas prácticas ambientales y sociales en que incurren corporaciones farmacéuticas y empresas químicas.
Como corolario, una breve reflexión en torno a dos tensiones que están en el corazón de los actuales desafíos o desgarros de época.
Una bastante burda por su materialidad, aunque fundamental: el irracional despilfarro de “basura” en nuestro modo de vida. En el film hay una escena y diálogo notable entre la agente y su superior. La primera le enrostra precisamente ese absurdo: el sistema está roto -le dice- mostrándole los alimentos y otros bienes en buenas condiciones en un tacho, a propósito de la burla de la jefa debido a que los ecologistas han optado por alimentarse solo de “desperdicios”.
La otra tensión en el film, que es vital en el relacionarnos, radica en el qué y cómo hacer. Aunque coincidamos como seres humanos en la nobleza y urgencia de dar un giro ecológico a nuestra existencia, igual en el camino subyace la pregunta: ¿destruimos al otro, incluso usando sus mismo gestos, o bien transitamos guiados por la acción comunicativa como actitud básica, en el respeto al otro, convenciendo, pese a las insalvables diferencias? Un difícil y añoso dilema.
The East y Sound of my voice fueron co-escritas junto a Zal Batmanglij, director de esos films y enamorado de Brit, por lo demás. El crítico de cine, José Luis García, en el blog cinestel nos cuenta que The East surgió de una vivencia de la pareja. Cuando intentaban vivir algunos días ajenos al consumismo supieron del movimiento freegano: comunitario y que busca vías alternativas de existencia. Entre éstas, obtener la comida de contenedores de basura con productos etiquetados como caducos, aunque aptos para satisfacer necesidades.
Alimentándose de esa manera, durante un verano, los dos vagaron como nómades junto a grupos de jóvenes partícipes de la actual y expansiva cultura anticonsumismo en USA. Según Batmanglij: “no sabríamos que saldría una película de esa experiencia. Simplemente estábamos viviendo y la historia fue tomando forma poco a poco”. Es que ese verano, más el día a día de la crisis ecológica y los conflictos socio-ambientales entre comunidades versus corporaciones, alentó la creatividad para dar a luz The East.
Tal vez por el profundo nexo entre lo que escribe y sus propias experiencias, no es fácil emparentar a Brit Marling. Con Sofía Coppola comparte el cariño por sus personajes y la atención a lo íntimo, pero Brit es más sensible al conflicto social. Con Kathryn Bigelow (talentosa directora de las notables Point Break, Strange days y Zero Dark Thirty) comparte la pasión por el género, pero Kathryn rato ya que sucumbió al efectismo de Hollywood. Con otra realizadora de fuste, la francesa Claire Denis (1948), comparte los estudios de economía, pero habitan mundos distintos. Aquello que las pudiera unir es separado por el aprecio de la estadounidense a la tradición de suspenso dramático en el cine de su país.
La Marling, ya lo dijimos, despoja al thriller de sus excesos, pero ella ahí mora. Claro que lo hace de una manera única, acorde a su entusiasmo y asombrada mirada.