Algunas mañanas de domingo nos regalan asombros. Fue lo que me ocurrió hace algunas semanas, caminando por las medievales calles de Mosbach (Alemania), al leer inscrita en un muro y a grandes trazos ésta maravilla del filósofo Imanuel Kant: Nicht sehen trennt von den Dingen – Nicht hören trennt von den Menschen (ver foto). En castellano: “No ver nos separa de las cosas – No escuchar nos separa de las personas”. La belleza de los asertos me entusiasmó en el profundo sentido que los griegos dieron a la palabra entheous, que lleva un Dios dentro, que inspira.
Esa mañana, en asociación libre, emergieron imágenes e ideas que ahora, en el mismo tono, quiero plasmar en el papel (ya sé, debería escribir en la pantalla del computador, pero como la expresión aún carece de la poesía del papel en blanco, permítanme tal licencia). Y ojo con eso de la asociación libre, que es literal, pues, como leerán, entusiasmado con la sugerencia kantiana divagaré haciendo relaciones en el estilo del pensamiento lateral.
Primero, con la memoria. Sí, sorprende que las mismas intuiciones y motivos de la razón y del corazón han sido dichas una y otra vez en la deriva humana. Las añosas palabras de Kant son las mismas que hoy resuenan en la recuperación que aquí en Sitiocero hacemos una y otra vez cuando hablamos de la comunicación como el acto de poner en común inspirado en la escucha activa y el decir en el respeto a la legitimidad del otro (Maturana). La evolución en las ideas pareciera operar en espiral: se dice algo, queda en la memoria, y luego otro lo re-evoca con nuevos sentidos, con mayor complejidad.
Un ejemplo que reitero desde hace muchos años es la actual complejización de la idea y práctica de la tolerancia, un inestimable valor e idea moderna. La tolerancia hoy evoluciona hacia la nueva idea del respeto al otro por el simple hecho de existir, situado en su propia especificidad y en reciprocidad, superando así el valor de la tolerancia, que en el devenir histórico concreto emergió acotada a un “tolerarse” ideológicamente entre iguales, blancos y de preferencia hombres.
Es como si las intuiciones y razones habitaran en una memoria y se actualizaran constantemente, adquiriendo nuevos matices y complejidades.
Segundo, con la conexión y la separación. No ver nos separa de las cosas, no escuchar nos separa de las personas. Los sentidos y la percepción como puentes que nos conectan, que nos acoplan con el mundo, que crean y nos abren mundos. Por eso, cuando no miramos y no escuchamos, lo que hacemos es desunirnos, desacoplarnos, y de esa manera irritar e irritarnos peligrosamente, perturbar y ser perturbados. Así como el sentido más profundo de toda búsqueda religiosa (espiritual) anida en la etimología de la palabra religión, que es re-ligare, es decir el anhelo existencial de volver a conectarnos con el misterio/universo del cual, en conciencia ensimismada, nos sentimos separados; de igual modo, el sentido profundo de la percepción que sugiere Kant (escuchar y ver para unirnos) nos anima a conectarnos con la entrañable belleza de las cosas (lo pequeño es hermoso porque ahí anida la magnificencia de la vida), y también nos activa la empatía con las emociones del otro y otra.
Así como la búsqueda de re-ligare es un acto de libertad mediante el cuál suspendemos el inevitable extrañamiento que es la ilusión del existir como un “adentro y un afuera”; de igual modo, las imagenes (de las percepciones) sugeridas por Kant, nos permiten suspender la alienación y violencia que implica no mirar y no escuchar en conexión con las cosas y los otros (as).
Tercero, la negación por y desde el poder. “No escuchar nos separa de las personas”. Una mayoría de nuestros estudiantes y ciudadanos, por ejemplo, vienen hace rato pidiendo nuevas reglas del juego en la educación y una nueva matriz energética (sustentable); pero apenas hacen mella en los oídos de los hombres y mujeres en el poder. Con razón, algunos jóvenes líderes, Giorgio Jackson, entre otros, arribaron a un elemental diagnóstico: si el poder no escucha el clamor ciudadano, es obvio que algo no funciona en nuestra democracia; luego, hay que hacer una re-evolución democrática.
Otro ejemplo: tras la emergencia y crítica ciudadana del 2011, asistimos como país a la histórica oportunidad de re-constituir un “Frente Amplio” de unidad democrática, de nuevo estilo y con nuevos contenidos, ad hoc a los desafíos que impone la necesaria re-evolución democrática. Sin embargo, esa oportunidad y necesidad es negada –no es escuchada- por no pocos políticos y personas que se dicen democráticas. Ellos, aún anclados en el paradigma del poder como acumulación de fuerzas para someter al otro, cuando no directamente en defensa de sus mini-espacios de poder y beneficios, ya sean los Escalona, los Walker, los Gómez, los Meo, los Tellier, y así suma y sigue, anteponen sus intereses y lógica excluyente para negarse a conceder y obtener la unidad necesaria tras un objetivo superior, que es lo que hoy quiere ver la ciudadanía: gestos valóricos, unitarios, con nuevos estilos relacionales.
Y, al final, un dato publicitario. El muro en Mosbach colinda con un comercio de artículos para la sordera (por eso del nicht hören). Es decir, Kant en los inicios del siglo XXI puede ser re-visitado como “creativo de publicidad”. Ojala en nuestro Chile algún creativo se inspire y sugiera un quiebre con las necedades en formato de spot con las que suelen cautivar a la gente para alentar la borrachera del consumismo sin freno.